Era de noche.
Me encontraba, editando
(por 1234567890 vez)
uno de mis tantos
e s c r i t o s
(libros, realmente)
en el cual se encontraba,
la siguiente frase:
«Me dolió verla feliz
y que no fuese conmigo»...
Y, de cierta
manera,
llegó a mi cabeza,
como si se tratara de
una especie de
¿meteorito?
¿bomba?
¿metamorfosis?
Una frase que un día
me caló
hasta
los
huesos:
«... Y te voy a restregar
mi felicidad en la cara».
Entendiendo que
en ese
instante,
comencé a hacer
cuentas,
viendo cuántos
días,
meses,
años,
lustros;
llegaron a pasar desde que
ESA FRASE
como si
de una maldición
o
presagio
se tratase
... se cumplió.
Pero aquí
el
plot twist.
giro argumental.
vuelta de la vida.
zigzageo del destino.
torcedura de tobillo.
quemadura del asfalto.
Fueron
otras
muelas.
Ni un segundo perdido.
Una noche perdida.
Una velada fría.
Un reflejo inventado.
Hoy día,
a decir verdad,
me causa gracia.
¿Y por qué lo recordé
tan de repente?
No tengo idea.
Pero hizo un eco;
un eco
tan potente,
que de alguna manera
me causó gracia.
Pero no esa gracia
que esconde
tristeza
o
lástima.
Fue una gracia
sincera.
Como si me hubieran
contado
el mejor chiste
del mundo.
Y no pude evitar
echarme a reír.
Mientras el vacío de ese
« r e c u e r d o »
se hacía cada vez
más grande.
Y
si te (me) soy sincera,
la verdad,
es que
ya no me importa.
Y qué bueno es eso, la verdad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario