sábado, 10 de agosto de 2019

Perdí.

Dejo esto antes de empezar.
En la vida encuentras momentos buenos y malos, la mayoría son malos y eso está bien.
¿No?
Seguro será por la percepción personal de cada uno, la forma en la que fuimos criados, moldeados por el entorno social, etcétera.
Pero, a fin de cuentas, en la vida ganas y pierdes. Cuando se acaba la misma, no te llevas nada; no recuerdas, no sabrás quiénes se verán afectados por tu ausencia.
Nada.
Dicen que el alma aprende cosas de las otras vidas que tuvo.
¿Será real ese mundo místico dónde se almacenan en la eternidad todos esos recuerdos y eventos de los cuales nunca estaremos seguros de su existencia?
Supuestamente, el humano está programado nada más para nacer, crecer, reproducirse y morir, tal como el resto de animales; los sentimientos, experiencias, habilidades, entretenciones y demás cosas, vienen de bonus. Pero, ¿quién sabe?, tal vez venimos a éste mundo a «sufrir» ya que es el infierno de otra vida.
(Y entrecomillo la palabra «sufrir» porque muchos nos ahorcamos por mano propia toda la vida).

No lo sé, seguramente nadie lo sabe.
Pero, igual, ¿eso le importa a alguien de verdad?
¿A alguien le importaremos como se supone que lo hacemos?
Hmm... Quizás sí y quizás no. Tal vez sea un 50/50. Digo, jamás tenemos la seguridad de algo o de nada y solo nos queda suponer.
Es feo suponer. Nunca tienes la seguridad de que algo está pasando porque así tiene que suceder, debido a que x o y factor influyó en eso o porque tú tuviste que ver de alguna manera.

       Sí, perdí, he perdido, volveré a perder todas las veces que sea necesario hasta que ya no pueda volver a dar un paso más.
       Sí, perdí tiempo, perdí personas, perdí dinero, perdí conciertos, perdí amigos, perdí oportunidades, perdí amores, me perdí.

¿Cuántas veces no me he perdido ya?

Y no me vuelvo a encontrar como era antes, perdida en algún lugar debajo de la luz de la luna, con las rodillas raspadas, con un cigarrillo en la mano, llorando como una niña.
Ya no soy así, ya no puedo ser así.
Cada que me encuentro soy distinta. Es extraño.
Cuando me encuentro otra vez, estoy haciendo algo de lo que hacía antes, pero ya no es todo en su conjunto.
Sí o no estoy fumando. Sí o no tengo las rodillas raspadas o alguna otra parte del cuerpo. Sí o no estoy bajo la luz de la luna. Sí o no estoy llorando explícitamente (aunque, la mayoría de veces, lo hago a escondidas hasta de mí porque odio verme llorar).
Me pregunto siempre: «¿Por qué siempre tengo qué cambiar así?, ¿por qué dejo que las adversidades puedan hacer de mí una persona diferente, distinta a lo que era antes de que todo esto pasara?»

¿Por qué me rompí?

Por que quise, me dejé, era necesario, por que sí, por que no, creí que iba a solucionarse todo más fácil, quería probar, quería saber si era lo suficientemente «resiliente» para seguir existiendo...
Un largo etcétera otra vez.
Jamás he creído en casualidades ni en el destino.
(Porque tengo bien entendido que el destino uno mismo lo forja; no es porque una deidad o alguien más allá de la Matrix tenga programado todo aquello que tengas que hacer).
Pero es gracioso porque sí creo en el karma y en ese mundo místico que comenté antes.
(Quizás por eso me gusta hacer buenas acciones, enviar buenas «vibras» [o todo lo contrario] y también me gusta dedicarme tiempo en pequeños «viajes» que tengo al escuchar música que me gusta, ir a lugares que amo y están cargados de recuerdos, dibujar o escribir a personas que ya no están conmigo físicamente y demás).
Resuena y resonará siempre, bonito como acostumbro, esa oración que tanto me gusta y llevo conmigo como una prueba de que hice un pequeño cambio (aunque sea pasajero) en la vida de alguien:

«Y, hasta que el destino nos vuelva a encontrar.
Y como somos amos de nuestro destino, nos miramos cuando el otro diga».
Hasta podría decir que es como un sentido de vida personal.

Creo y creo muy fervientemente en lo que son las causalidades.
Fui y he sido víctima de mis propias causalidades.
De lo que mi "etiäinen" me advirtió una hora y media antes de que ocurriera.
Pero prefiero que sea así, mil veces, infinitas veces.
Quiero verlo todo, aunque no me guste; no que las demás personas me lo cuenten.
Y, aunque sentí que me destruí muchísimo más que antes,
me siento feliz de haber visto todas esas cosas que, aparentemente, «no tenía que ver».

¿Cuántas veces no te ha pasado lo mismo, Jannelies?
¿Te gusta estar metida en ese pozo y tocar fondo infinitas veces hasta sentir que perdés la cordura?
Es que no aprendés, ¿verdad?

       Sí lo hice.
              Aprendí bien de mis errores.
                     Dije que esas cosas no las repetiría.
                            Pero tan rico que es vivir en un mundo así.
                                   Tan repentino, efímero, bello como él solo puede ser.

Tantas cosas
que quiero hacer,
tan corta
la vida,
tan vasto
el tiempo
y
tan incierto
el futuro.

Me gusta pensar en las cosas que puedo hacer en dos años y al mismo tiempo pensar en que no voy a llegar con vida la próxima semana.
Solía detestar la incertidumbre de la vida.
Quería cosas seguras siempre, a todo momento, todos los días.
Pero toda esa «certeza» que veía en el semblante de mi madre, entre las bromas de mis hermanos, en los desprecios de mi padre, en los ojos de mis amigos, en la sonrisa de mi pareja, en los libros que leía, en las cosas que dibujaba, en las letras que plasmaba, en esos lapiceros de gel, en esos crayones carísimos que me compré con dinero que había ahorrado, en los muros que pinté, en la sombra de mi motocicleta, en los tatuajes que sueño hacerme, en el gatito que parece entenderme cada que le hablo de éstas cosas....

Toda esa certeza siempre ha sido falsa.

       Y me hace feliz que sea así.
              Amo más la incertidumbre del camino de tierra que la certeza del puente flojo.

«Por lo que te preocupas, Lilian.
Si hay más tiempo que vida».
Extraño a mi dentista y a sus pláticas filosóficas.

Hay que disfrutar de la montaña rusa que es la vida.
Viviendo lo que se puede, sufriendo lo que se puede...
Diría que si no hago locuras en mi juventud, no voy a tener de qué reírme cuando esté vieja.
Pero de por sí ya tengo cosas por las cuáles reírme cada que las recuerdo.
Al igual que amar a las personas de forma racional, por pedazos, yendo por ahí con miedo a mostrar quién soy en realidad.
Si me aman de vuelta, perfecto. Si no lo hacen, ellos se lo pierden.
¡Y qué bien es amar a alguien sin tapujos, sin frenos, con confianza y esperanzas!
Qué bien se siente amarme, tal cual soy, sin querer cambiarme, aceptándome con mi dinamicidad ante las adversidades, siendo real, sin necesidad de mentirme o cubrir vacíos con algo más.
Porque yo soy todo lo que tuve, tengo y voy a tener.

       He aprendido a vivir de mejor forma a golpe duro porque así deseé forjarme.
              Ya es tiempo de aflojar las cuerdas que me ataban a la orilla y dejarme llevar por todo lo que quiera hacer conmigo la corriente del mar.

Sí,
perdí.
Pero
lo mejor del caso,
es que todas
las luchas
perdidas,
cuentan como
intentos
que valieron
todo
lo que me
hicieron
vivir.

Así que,
a fin de cuentas,
yo
gané.


-Bonito arte de Harumi Hironaka-

caos del orden, ¿cuánta calma me traerás ahora?
nama-gofvckyourself ♡ ☾

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