«Todo sabe mal»
Hay veces en las que suelo ponerme a pensar en cosas, mucho más de lo normal.
Me es extraño, ¿sabes?, porque he tratado de hacer hasta lo imposible con tal de ignorar eso y... Lo consigo, pero luego ya no puedo hacerlo y así se va, como la serpiente comiéndose su cola.
«««Reinventándome»»».
«A ver, ¿cómo es para ti?»
Las uñas se me han ido partiendo poco a poco, llevo resecas las manos, las ojeras cada vez más oscuras, la cabeza viendo el suelo y sigo sin ver a los lados antes de cruzar la calle.
Si es que salgo.
-
Salir a las calles se ha vuelto algo casi milagroso para mí.
Antes salía hasta para parpadear y ahora pues...
¿Qué es afuera?
¿Qué es la calle?
Me gustaba salir, sobre todo, en la noche.
Ir por el centro y ver las luces iluminarlo todo, era entretenido.
Iba a una discoteca, a un bar, a un restaurante, a un billar, a una fiesta privada, a un concierto carísimo o uno baratísimo...
Iba a olvidarme de todos y de mí por una noche, casi todos los fines de semana.
Era entretenido.
Una noche, la recuerdo bastante bien, salí de clases temprano porque quería ir a un concierto que se daría en un pequeño bar del centro, era algo conocido por el ambiente setentero que tenía (aparte de los bellísimos visuales que tenía el lugar). Para mi desgracia, estaba lloviznando y no llevaba sombrilla, tenía miedo de que en el centro el clima estuviera peor... «¡Para qué hablé», me dije entre risas, porque la lluvia en el centro estaba peor. Pero eso no me desanimó de caminar bajo la lluvia, con un cigarrillo entre los dedos. Desde pequeña he amado quedarme bajo la lluvia, es un momento de paz que disfruto al máximo porque se da una vez cada x tiempo... Llegué al bar, entré justo cuando la banda estaba ensayando y fue como si estuvieran haciendo un concierto solo para mí porque, aparte de los bartenders, era la única dentro del local. Una cimarrona, una propina no pagada y otro montón de cigarros entre tanto. Al cabo de unas horas, cerca de las 00, llegaron mis papás por mí.
Fue una buena noche.
Una de tantas
que ahora
añoro
volver
a
vivir
.
Hace poco volví a salir con mi hermana, en su acostumbrado ajetreo por su curso teatral.
Yendo en el autobús, me di cuenta de lo extraño que se sintió salir.
Vinieron a mi mente esos recuerdos de cuando me extirparon la vesícula y tuve que quedarme en cama dos meses. Luego, al volver a salir, había olvidado el camino para salir de mi casa, qué colonias habían a mi alrededor y... Literal, había olvidado todo.
Y así me sentí, como si lo hubiese olvidado todo.
Fue raro pero, al mismo tiempo, lo disfruté.
Era como recorrer por primera vez esos lugares que ya conozco como la palma de mi mano.
Como esas veces en las que despierto y no recuerdo quién soy o qué estoy haciendo ahí, frente al techo blanco de mi habitación.
«No te sientes mal por mí, pues, yo me siento igual»
Me fue difícil terminar un dibujo después de casi tres meses.
Aunque no me creas.
Había dejado de dibujar o bueno, no de dibujar, sino que de ser dedicada a mis dibujos.
Tenía muchas cosas que hacer y sigo teniendo muchas cosas que hacer.
Solo que ahora, me hice un pequeño espacio para hacerlo sin tanta presión ni sentir que me estoy forzando para hacerlo (tipo lo que me sucedió en el 2019).
Todo esto se debió a esas salidas fuera del país que tuve, conflictos personales, salidas con una de esas personas que tienen la especialidad de ser demasiado buenas y efímeras en mi vida, conflictos familiares, enfermedades, responsabilidades y, lo peor de todo, un asqueroso fraude que me hicieron relacionado con una comisión (voy a hablar de eso en una entrada con un poco más de detalles, ya que fue algo bastante serio).
Luego de mucho aguantando, me terminé «descosiendo» con un amigo (mas no es mi «mejor amigo») y le conté algunas cosas de lo que me estaba sucediendo. Él sabe muy bien que el dibujar es parte de mi diario vivir y eso era lo que me tenía mal, no hacerlo como ya estoy acostumbrada. Me animó a no dejarlo de lado, porque eso es lo que me mantiene de pie y me sirve como «catarsis», ya que para hablar no soy del todo buena (escribir es otra cosa).
Porque...
No sé qué clase de cosa tenga
pero me cuesta
muchísimo
darme a entender...
O eso parece, porque nadie me entiende, nunca.
Por eso siempre tengo entre la boca esos benditos: «¿me entiendes?», «¿me doy a entender?», «¿me cachas?»
Y, siendo sincera, eso no me gusta.
Odio que no me entiendan ni poder darme a entender.
No sé qué tanta palabrería utilizaré pero siempre me dicen: «no te entiendo, Jann» y es algo que me revienta la paciencia...
Pero, ¿será que tendrán razón?
¿Será que tengo sueño en realidad o solo es la música la que me está durmiendo mientras estoy escribiendo esto?
Ni idea, ya no lo quiero entender.
Quiero dejar de racionalizarlo todo, tal vez
eso me ayude
un poco.
«Siempre fuiste tú, igual nada es para siempre, ¿no lo sientes?»
"I don't trust nobody", dice la canción que estoy escuchando ahora.
¿Será eso posible?, me he puesto a pensar mucho en esa situación.
¿El humano es capaz de no generar confianza en alguno de sus semejantes?
Ya sea por mero instinto o decisión propia, es entendible porque bueno, muchos contextos, historia de "trastienda", etcétera.
Pero, no importa por qué ángulo trate de verlo, no logro comprenderlo.
Hablando desde el ego, admito que antes era una persona demasiado (pero por lo que en realidad se entiende el término «demasiado», casi llegando a algo exagerado) confiada.
Obviamente con el paso del tiempo, me volví un poco más «selectiva» en ese sentido, al darle mi confianza a los demás...
Pero luego de otro montón de sucesos (que aún no comprendo cómo fue que funcionaron conmigo), me regresaron a eso de simplemente confiar en la gente y ya.
Sin esperar algo a cambio, claro; porque antes sí lo hacía, me era necesario.
Pero ahora viene a mi cabeza esa frase de: «nunca espero nada de ustedes y aún así me decepcionan».
Aunque, en realidad, nadie me decepciona, jaja, es mero decir.
¿Para qué prestar atención a esas «decepciones»?, si la única culpable de las mismas soy yo.
Yo.
Porque yo me hice expectativas, ilusiones, ideas tontas...
A cosas que, muy posiblemente no iban a pasar...
O tal vez sí, pero no en el momento en el que yo las esperaba.
¿Qué complicado resulta eso, no?
Culpamos a los demás por cosas que solo existen en nuestra cabeza.
te pido perdón por eso
por haberte pintado de otra forma en mi cabeza
tan perfecto, tan tú
esperando que en algún momento
todas esas ilusiones que me había hecho
todas esas ilusiones que me había hecho
de alguna forma u otra,
se hicieran realidad.
«Nada es tu culpa, que sea como quieras»
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