domingo, 4 de abril de 2021

Regalos que Nunca Pude Dar

Saludos, criatura terrenal. Buen inicio de mes, espero estés muy bien y que todo lo que hagas te salga de maravilla.
Una vez, tonteando como siempre en mi cuenta de Instagram, dije que iba a hacer una exposición de los dibujos-regalos que había hecho a ciertas personas y que nunca pude entregar por x o y razón. Dije, también entre lo mismo, que pensaba cobrar €99.99 el minuto por comentar los «por qué», «cómo» y «para qué» de cada uno a quién quisiera saberlos; porque... Bueno, hay que sacarle provecho a las desgracias a veces, ¿qué no?
Pero bueno, no se trata de eso.
Ésta vez, sin tanto rodeo ni pretensión, haré un acto catártico al respecto. Ya que, debido a mi situación actual (algún día ahondaré al respecto, creo, no sé), necesito hacerlo. Después de sentir que me estriparon el corazón y llorar por una semana entera (y ya no poder hacerlo, por más que lo intente), lo veo como algo... ¿Sanador?
                Nagh.

Vamos al asunto entonces.
 
Resulta que, el principio de todo este «problema», es mi gigantesca gana (o quizás mala costumbre u obsesión) por darle algo hecho con mis manos a alguien que me es muy especial, que tiene un espacio en mi corazón, en mi vida y en quién soy.
Es cierto, me gusta mimar a mis personas especiales con comida, cosas útiles y un largo etcétera, pero... El hecho de hacer algo con mis manos me es muy diferente a todo lo demás. Como dirán en algún lugar (no recuerdo dónde lo escuché): «lleva mi sangre, sudor y lágrimas», por lo cuál, se me hace mucho más relevante que algo que puedo comprar.
Ésta «exposición» es sobre esos regalos que tuve la intención de hacer llegar a su destinatario pero, por alguna razón de la vida, la Tierra, el Universo, nunca llegó; así que, con un tantito de nostalgia, dolor y resentimiento, permanecen entre mis brazos con la idea de que «nunca más volveré a hacer algo como eso».
            Y mira nada más, los «nunca» se allegan.
                    Se allegaron dos veces más después de la primera.
Para el mayor de sus cuidados, están enmarcados y protegidos de cualquier tipo de daño (a menos que el cristal frontal se parta en miles de pedacitos, como yo). Actualmente ninguno está colgado, debido a que he estado haciendo cambios constantes en mi habitación (nunca quedo satisfecha con cómo se ve) y no quiero que algo les pase... Por lo mismo de que son recuerdos de personas y una yo que dejaron de existir (simbólicamente, por supuesto).
Así que, con muchas emociones y sentimientos mezclados en lo que se supone que soy, dejo mi mini exposición:


.*° Regalos que Nunca Te Pude Dar °*.








Annabel Lee (Marzo, 2019)




De vuelta al 2012, por medio de uno de mis amigos de la preparatoria, conocí al escritor Edgar Allan Poe. Amaba sus cuentos y poesías; pero mi favorita por y para siempre fue Annabel Lee.
En el año 2016 y consiguientes, tuve una relación (duradera y bonita) con una persona maravillosa; prácticamente fuimos nuestro todo, el uno para el otro y, entre lo mismo, disfrutábamos de los escritos del señor Poe. A él le encantaban todas las cosas «oscuras», el misterio, el suspenso, lo sobrenatural, la muerte, los cráneos, los huesos, los dientes, etcétera. Por esa misma razón y otros saborines añadidos, fue que empecé a dibujar esqueletos y relacionados; ya que él también lo hacía y era bastante hábil en eso.
Eventualmente, como todo lo que empieza tiene que acabar, el final del 2018 se llevó nuestra relación. Hablábamos cada tanto, cada quién llevaba su vida como podía y, en la silenciosa lejanía, nos seguíamos extrañando (o eso era lo que yo creía)... Finalizando febrero del 2019, tomé la iniciativa de volver a encender la chispa del «amor» entre nosotros, decidí hacer un par de dibujos para regalárselos, pero el más especial fue «Annabel Lee»; ya que hice todo lo posible con tal de que quedara aceptable para sus exigentes gustos, al mismo tiempo que incluí (copié, mejor dicho) su «estilo» de cráneos y añadí humo como difuminación, era un detalle para simbolizar la unión entre los dos (a ambos nos gustaba mucho fumar cigarrillos juntos). Conversé con él al respecto, le dije que le tenía una sorpresa y esperaba que le gustara, él contestó con un:
        —Bueno, yo igual lo espero.
Terminé, se lo mostré y le dije que tenía planeado dárselo... Me lo rechazó inmediatamente, aderezando el asunto con su poquita empatía pero sin dar un pretexto o excusa rebuscada. A las pocas semanas, me dejó de hablar.
2020, ninguno de los dos sabía ya nada del otro, hasta que llegó a mis oídos y ojos que todo aquello que le había regalado (cartas, tarjetas, dibujos, lienzos), ardió con fuerza el primer día de ese año.
                        ¡Te salvaste de arder entre las llamas de su olvido, mi amada Annabel Lee!


Diablito (Octubre, 2020)




Habiendo continuado mi vida, conociendo personas, yendo y viniendo, sufriendo por la pand3mia... Terminé por conocer a una persona que era, justamente, todo eso que no estaba buscando. Un joven que se salía por completo de mis inexistentes gustos y estándares. Llegó a mi chat con una labia indomable y, en menos de lo esperado, entre los dos estábamos dispuestos a conquistar al otro, como si se tratara de una carrera o de desarmar una bomba con 2 minutos para detonar.
Nos conocimos en persona, era horrible, estaba fuera de mi acostumbrado mundo... Parecía sacado de un cuento mal redactado e ilegible, de un golpe estrepitoso y vergonzoso en la calle o de una canción Punk grabada en un concierto a escondidas. ¡Me encantaba!
Una noche conversando con él por llamada, empecé a trazar cosas, estaba perdida entre todas las bobadas que le conseguía sonsacar; una de esas cosas resultó ser él. Emocionada, le dije que le prepararía un regalo para la próxima vez que nos viéramos, él respondió muy contento que ya no esperaba para verme y tenerlo entre sus manos.
Le encantaba (al igual que a la persona anterior) la muerte, los esqueletos, el color negro... Pero se le añadía eso de que se desvivía la Demonología... Y por consumir estupefacientes a diestra y siniestra... Sobre todo, cannabis. De ahí salió la idea de rehacer el primer boceto agregando un "joint", los cuernos y la colita. Todo, con tal de que el regalo fuera un pilar real para esa imaginaria y lela relación que estaba creando en mi cabeza desde que lo vi en persona.
El asunto estaba listo, era solamente eso de «programar» nuestra próxima salida, lo hicimos... El día que debíamos salir me enfermé, a la siguiente fecha nunca contestó, a la siguiente fecha desapareció, a la siguiente fecha respondió con un «jaja, qué linda», a la siguiente fecha... Ya no hubo siguiente fecha.
Fue una dicha no habérselo dado y que todo acabara tal como inició, ¿quién sabe?, muy probablemente lo que hubiéramos sido, se quedaría en un «tal vez el otro fin de semana».
                        ¡Dame un jalón, diablito!


Anya (Marzo, 2021)




Bueno... Primero que nada, permíteme ir a traer mis pañuelos de papel... Creo que los voy a necesitar.
Aquí voy a tocar una herida que sigue sangrando pero lo hago con la intención de que... Termine de sangrar, ¿tal vez?, ¿algo parecido?... Qué más da, solo sé que no fue y se fue... 
En 2019 conocí a una persona que llegó a ocupar uno de los lugares más importantes en mi vida y... También en mi corazón, quiera que no; en pocas palabras, vino a cambiarme todo. Lastimosamente, íbamos y veníamos de maneras incomprensibles y bastante irracionales desde que nos conocimos.
En febrero del 2021, decidimos hacer las cosas bien y tratar todo lo que nos fuera posible para entendernos y llevar nuestra relación en paz... No éramos del todo «novios» como dirán las etiquetas, sino que nos amábamos y nada más.
Una madrugada, hablando de tanto y tonteando otro poco, propuse la idea de imaginarnos cómo sería «nuestra» hija (porque, tu servidora, siempre ha tenido la ilusión de tener una hija... Aunque realmente no quiere ser madre). El joven, ni corto ni perezoso, empezó a dar ideas hasta del nombre que llevaría.
Era marzo, fecha 13 para ser exacta, faltaban días para su cumpleaños. No sabía qué regalarle porque tenía muchas ideas en la cabeza y no conseguía ordenarlas por más que lo intentara... Luego de un rato y un girasol, supe qué era lo que tenía que hacer. Pudimos vernos antes de su celebración pero no tenía nada listo aún; esa tarde llovió mientras nos despedíamos, era un presagio de lo que pasaría después... Maldito presagio que tuve enfrente y no supe interpretar...
Días después, resultamos discutiendo de nuevo; esa vez fue mucho peor ya que, quién dio la estocada directa al pecho, fue él. Yo decidí rendirme ante la jugada que hizo, ya no podía seguir en lo mismo, había sobrepasado mi límite.
Resulté quedándome con las cosas que iba a regalarle y, entre ellas, estaba Anya.
... A fin de cuentas y para mi suerte, la locura se quedó con la loca que la empezó.
                        Solo quería que me vieras esfumarme, despacio... 


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Eso sería todo (hasta el momento), diría que espero no tener que agregar más dibujos-regalos a ésta colección pero me conozco y sé que, en algún punto de mi vida, voy a tener que re-editar esta entrada. ¿Qué voy a hacer contigo, Jannelies?, ¡¿qué?!
Añado como conclusión, que me siento bastante contenta y satisfecha de haber conseguido hacer cosas como estas, porque lo que sentía fue real en todo momento y traté de plasmarlo en cada trazo, color y detalle de los mismos. Agrego, de igual manera, que habían otros tantos dibujitos (como dos tal vez) que pudieron haber quedado en ésta «exposición» pero no cumplieron ciertos requisitos, así que estarán en "stand by" hasta entonces o no sé... No sé.
Pero bueno, gracias por haber llegado hasta acá.
Te mando un gran abrazo.
Hasta la próxima.

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