lunes, 21 de septiembre de 2020

sǝpɐpılɐǝɹ sɐɹʇo

El sol entraba con suavidad por la ventana de su habitación, había movimiento afuera, los inquilinos de la casa estaban inquietos; yo estaba recostada sobre esa cama que era más dura que una piedra, pero esa vez sentí que era suave y cómoda, tanto que me estaba hundiendo en ella... O eso era lo que pensaba.
Mi celular empezó a vibrar.

—Te llaman.
— ¡No puede ser!, ¿quién carajos me está llamando?

Se acercó a mí y me tapó la boca con su mano.

— ¡Callate, te van a oír!
— ¡¿Quiénes, por qué?!
— ¡Shhhh, estás gritando!
— ¿En serio?
—Sí...
Me ayudó a sacar el celular de mi pantalón, no podía mover los brazos, contestó la llamada y detuvo el celular junto a mi oreja...

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Una mañana de esas, en las que despertamos al lado del otro, pensé en eso que había pasado meses atrás. Di media vuelta dándole la espalda, me abrazó, le tomé de las manos y comencé a acariciar sus dedos.

—Oye...
—Decíme.
— Aquella vez que me llamaron, ¿en serio estaba gritando?

Se quedó en silencio, tratando de recordar el suceso; tenía mala memoria para cosas así. Suspiró y ahogó una carcajada.

—Sí, estabas balbuceando algo antes de que te llamaran, luego empezaste a gritar.

Me quedé en silencio y suspiré.

—Me es extraño eso, ¿sabés?
— ¿Por qué lo decís?
—Porque, para mi percepción, yo estaba hablando normal...
—Ujúm.
—Pero decís que resulté gritando todo.

Se rió.

—Me causa gracia cómo es que todavía no lo procesás.
—Es que, no es eso...

Me di la vuelta para verle de frente. Tenía una expresión como... Divertida, estaba entretenido escuchándome.

— ¿Entonces?
—Me recuerda a algo que vi en mis primeras clases de Psicología... Cómo es que existe una realidad en concreto... Como la realidad principal, que se ramifica en realidades colectivas... Como de grupos sociales y luego, esas realidades se ramifican aún más en realidades individuales y... ¡Mirá cómo son de diferentes las percepciones que tenemos de nuestras realidades! Porque lo que dije esa vez, lo estaba pensando; cuando me di cuenta, lo estaba hablando pero vos decís que lo estaba gritando... O sea, date cuenta de cómo nuestra propia mente es capaz de engañarnos. ¿Te imaginás que las drogas no te «desconecten» de lo que sos, si no que te conectan a lo que realmente está pasando y a todo lo que tu cerebro está pensando porque, de alguna forma u otra, vos todavía no lo aceptás porque es moralmente incorrecto y tu Super Yo lo está suprimiendo? Puede ser que ahorita yo esté saltando y bailando sobre la cama sin razón aparente mientras vos seguís dormido, viéndome o riéndote de las estupideces que estoy haciendo pero... Estoy aquí, enfrente tuyo, hablándote de todas éstas cosas extrañas sobre la mente, las drogas y la realidad.

Su expresión se tornó seria y abrió un poco más los ojos. Luego de unos segundos en silencio, me sonrió.

—No me cabe duda, mujer, siempre me vas a sorprender con cada cosa que pasa por tu cabecita.

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A decir verdad, no sabemos ni tenemos la certeza de dónde estamos parados, qué es lo que queremos... De quiénes somos.
¿Te imaginas eso?, realmente no sabemos nada, ¡nada!
Se siente hasta un poco... Extraño, sinceramente.
¿Y si todo esto es un sueño?
¿Si en algún momento despertaremos en otro lugar, en otro cuerpo y en otra vida?
¡Cuántas posibilidades existen!
Unas certeras, unas desvariadas.

Pero, seamos honestos, al humano le gusta experimentar todo, todo lo que le sea posible, incluso esas cosas que hacen daño y que, en algún momento, nos van a destruir la vida o acabarla definitivamente.
A fin de cuentas, es entretenido disfrutarlo.
Sentirse mareado.
Reírse por cualquier estupidez.
Empezar a dormirse.
Ver cosas moviéndose o desintegrándose.
Sentirle sabor a los colores.
Fusionarse con la música.
Tener pequeños choques eléctricos que suben desde la columna hasta la cabeza o viceversa.
Que las manos tiemblen con fuerza.
Acelerarse al punto de sentir que el corazón deja de latir.
Aterrarse.
Llorar.
Vomitar
Incluso dejar de respirar.

Ver a los ojos a esa fuerza suprema a la que todos denominan "Dios", sentirla cerca, unirse a ella y ser un solo ente.
Una sola energía condensada capaz de abarcar todo el entendimiento humano.
De la vida, la existencia misma.
La miseria que somos en éste vasto y maravilloso universo.
Saber que se es parte de un todo y ese todo es parte de uno mismo.
Un todo que se construye y destruye después de cierto tiempo para mantener un equilibrio.
Del tiempo, su pasado, su presente, su futuro.
Cómo se puede conservar esa gravedad que nos sostiene, aleja y acerca para formar un nuevo big bang cada que regresamos a ese polvo del que venimos.

Porque, si lo pensamos de esa manera, cada que volvemos a nacer, una realidad totalmente distinta a la que estás viviendo, te recibe con los brazos abiertos.
Un nuevo universo.
Una nueva tierra.

Y esa necesidad de volver al todo del que vienes, te empuja nuevamente, a experimentar.


¿Te imaginas estar consciente de todo eso alguna vez?


Es entretenido.



¿Gustas de un cigarrillo y un viaje sin rumbo por
la carretera mientras conversamos sobre esto?

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