miércoles, 16 de enero de 2019

Monólogo Monótono.

¡Hola otra vez!, ha pasado buen tiempo desde la última vez que me atreví a pasear por aquí.
De la nada se me fueron otros dos meses en un abrir y cerrar de ojos, cuánto no me pasó en ese tiempo... Bueh, dirán por ahí que es por algo y yo empezaré con mis reproches sobre qué carajo es ese «algo», entro en pensamientos existencialistas, fatalistas y todo lo que termine en «istas» hasta que mi maldita ansiedad me carcoma viva.
Pero bueno, no importa, has venido a leerme hablándole al aire y eso es lo que te daré.
Palabras al aire.
He de explicar, antes de empezar, que ésto empezó por un pequeño comentario (que por cierto, lo recibí hace ya bastante tiempo); decía que pareciese que hablo como si estuviese haciendo un listado...
Bueno, la verdad es que suelo llegar a ser bastante cortante cuando no me dan por dónde hablar.
Es decir, cuando comienzo con un tema, nada ni nadie me para hasta que exprese por completo mis ideas, no importando si vengo y termino divagando unas dos o tres horas.
Lo disfruto completamente.
Me gusta mucho poder hablar y hablar y hablar aunque no me sigan la conversación. Pero he de admitir que no me gusta cuando no me prestan atención porque... Entonces, ¿para qué me piden que hable?
También me gusta mucho hablarle a la nada. No, ya no pretendo que hay alguien escuchándome, porque suena bastante creepy pensar que hay alguien en la oscuridad o al fondo de la habitación acompañándome [aunque sé que lo hay]. A veces empiezo a discutir conmigo misma en inglés y termino por responderme en alemán [a pesar de que las oraciones jamás tengan sentido lógico, para mí lo tienen].


He pensado incontables veces en crear un idioma para mí, uno en el que pueda usar cuántas palabras quiera para decir una pequeña oración y que nadie más pueda entenderlo; así podría pasar horas y horas hablando sola sin que nadie logre captar de qué tema estoy tratando... Admito que una vez hice un intento, pero la verdad es que terminó por ser un tremendo fracaso. Era una horrenda mezcla entre palabras al revés con vocales intercambiadas y hacía que sonara extraño, pero me era difícil memorizarlo, así que ahí se quedó, como una de otras tantas tonterías que cometí a mis quince años.
Algunos de mis amigos me han dicho que disfrutan mucho de escucharme hablar y yo también disfruto de poder hablar con ellos. Puesto que son personas de mente abierta con un criterio gigantesco a cualquier tipo de tema. No se quedan estancados en una idea en específico, si no que reciben y comparten información por igual.
Son pocos mis amigos con los que no hablamos mucho.
En su mayoría, son aquellos con los que recién empecé amistad. Se me hace gracioso ver cómo se quedan callados y solamente asintiendo o negando con la cabeza. ¿Por qué?, yo hacía lo mismo cuando hacía nuevos amigos... Me daba miedo hablar de lo que me gustaba porque tenía en la cabeza de que nuestros gustos jamás iban a congeniar; era de tener esa idea de que los amigos siempre deben tener el mismo tipo de gustos para que la amistad perdurara.
Con el tiempo aprendí que no siempre es así... En su mayoría, los humanos no tenemos relaciones interpersonales por los gustos; sí, es un factor importante, pero no exageradamente relevante. En pocas palabras, lo que nos ayuda a tener buenos amigos, son nuestras hormonas y ese otro montón de cosas que aprendí en clase de Neurología y no recuerdo [no quiero recordar].

Pero sí, a pesar de divagar como lo hice en los párrafos anteriores.
Puedo ser bastante cortante.
En especial cuando se trata de rutinas...

Siempre se necesita de hacer listas, ¿no?
Cuando vamos al supermercado, cuando necesitamos cumplir un horario y hasta cuando queremos organizar nuestro día.
Todo es la simplicidad. Todo es la facilidad. Todo es evitar complicarnos y sufrir.
A veces es cansado seguir una línea, por más organizados que seamos nunca tenemos a la vista los contras de una situación. Y ahí, en ese preciso segundo es dónde viene la preciosa frustración y nos detiene por completo.
Nuestro cerebro empieza a hacernos sonar frases cómo: «No lograste hacer esto a tiempo». «Deberías organizarte mejor». «Eres un inútil». «Has las cosas más rápido». «Aprovecha más el día». «Deja de holgazanear». «Cambia tu forma de ser». [Sin llegar a tener en cuenta que cada persona es diferente a otra y no todos tenemos el mismo desempeño que los demás].
La mayoría de personas no le prestan atención a esto, otras sí y otros se lo toman demasiado en serio.
Esos que se lo toman en serio tienden a sufrir por su monotonía, su rutina, su propia vida. Buscan constantemente algo que les haga cambiar su forma de verlo todo, aunque muchas veces no funciona; ya que no encuentran solución alguna [en cosas, actividades o en personas].
Muchos de ellos solamente buscan ser escuchados, entendidos... Poder descargar todo lo que llevan en sus espaldas y, lo peor es de que la apatía a la que estamos acostumbrados es la peor enemiga de esta situación.
Imagina a alguien que recién acaba de perder su trabajo, esa persona probablemente se encuentre optimista de que podrá conseguir otro en cuestión de poco tiempo... Pero, no sabes bien qué es lo que sucede en su mente. No sabes si está reprochándose a sí mismo por el hecho de haber perdido el trabajo o porque su pérdida alteró completamente su rutina.
Dicen que solemos acostumbrarnos a algo veintiún días después de repetirlo.
Y la frustración ante una pérdida nos puede dar una muy mala jugada...
Yo siempre he sido de la opinión de que cada persona trabaja a su propio ritmo, cada persona conoce de qué es capaz y de qué no... En muchos lugares esto no es de importancia alguna, en especial en las escuelas. A todos nos clasifican por números. Aquella persona tiene un promedio de noventa y aquel tiene un promedio de setenta. Al de noventa le dan mayor reconocimiento porque es bueno para las matemáticas y al de setenta no le dan relevancia porque solo sabe dibujar.
[Y si se siente que con ésto último de que estoy hablando de mí, sí, estoy hablando de mí].

¡Y miren nada más! Regresé a divagar de nuevo...
No sé, a veces siento que debería volverme más ordenada en mis pensamientos. Así como dije arriba, hacer listados, pensar bien en lo que voy a hablar y no dejar este tipo de entradas como una escritura más de mi diario. Que ese pobre cuaderno sí sabe lo que es desorden, me tiene de la forma más pura entre sus hojas y creo que, a fin de cuentas, le gusta. O tal vez no.
Lo bueno de esto es que, el papel me tiene un poco más de paciencia que cualquier otra persona que conozco y que haya conocido en mis veinti-tantos años de vida (que vida no ha sido, quizás solo por partes).
Así que, no quedando de otra, regresaré a navegar entre papeles, lapiceros, plumas, tintas y letras que buscan ser la mejor manera para expresarse que queda.


¡Que tengas un buen resto de mes y de año, cuídate!





No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Transparent White Star