*Antes de empezar quiero aclararte, querida criaturita terrenal, que estuve revisando el archivo del blog y encontré muchos (pero muchos) borradores de publicaciones que nunca llegué a terminar (desconozco completamente el por qué, casi todas tienen buen potencial para ser una entrada bonita). De igual forma, voy a comenzar a darles vida a todas esas joyas perdidas, veamos qué tal nos va.
- Jannelies.
¡Muy buenas, criatura terrenal! (Hace un largo tiempo que no hacía este saludo, ¡se siente genial!) ¿Qué tal todo? Espero que muy muy bien.
Hoy... Hoy, mañana, ayer y la semana antes de que el reloj marcara las 11:50 p.m. me he preguntado sobre muchas cosas, en especial sobre el tema que me gustaría tratar (rápidamente) en ésta publicación. Así que, sin más preámbulo...
Citando un tuit mío doy inicio a esta entrada:
Increíble hasta donde pueden llevar y llegar las mentiras.
20:22 - 4 sept. 2016
Empezando por el inicio de todo, recuerdo (a lo lejos) que quería tratar este tema por un asunto (un tanto triste) que viví en aquel entonces. Te pongo al corriente de forma resumida: amiga, mentira, no más amiga.
Simple, ¿verdad?
Y así de simple es crear una mentira.
Pon atención: crear.
No sostener.
¿Cuál será la necesidad del ser humano para mentir?
¿Qué se ganará al momento de decir una mentira?, es decir... Si comienzas diciendo una mentira, tendrás que tejer una larga, pero larguísima, hilada de mentiras secundarias que logren sostener y «validar» la primera.
Digo, porque yo también he estado en ese triste y destartalado barco más de alguna vez, pero eventualmente (como suele suceder luego de reflexionar sobre tus propias acciones) decidí descender de este y tomar otro rumbo.
Imagínate tener que involucrar a tu familia, a tus amigos, a tus conocidos, al vecino, al perro, al presidente, al tiburón que apareció en playa del pacífico, equis lugar, año, mes, día, hora, etc, para que todo lo que estás diciendo sea, aparentemente, una realidad con la que puedas «convencer» a una persona o un grupo de personas sobre algo.
Resulta siendo complicado, ¿no?
Resulta, peor aún, cuando lo que estás diciendo (a la larga) va a afectar a alguien que no tiene nada que ver en lo que estás diciendo.
... A menos que seas un mitómano profesional al que le importe un carajo lo que sientan los demás.
Esa suele ser una de las bases principales de una mentira, evadir una realidad sin importar a quién o a qué le harás daño, lo importante es salvarse el pellejo propio.
Desde niños tendemos a decir mentiras, las que se catalogan como mentiras «blancas» y que, en la vida adulta, ya nos ayudan a ser un poco altruistas con los demás e inclusive con nosotros mismos (el asuntillo este de: «miéntete hasta que te lo creas»). Cosa que si no se controla (como todo tipo de adicción o conducta compulsiva), se puede llegar a convertir en un problema, un problema que no podremos enfrentar a solas, porque nosotros nos convertiremos en nuestro propio enemigo.
Desconocía completamente y, admito que lo descubro solamente para el bien de ésta publicación, que existe una clasificación bastante simple e interesante sobre las mentiras; las blancas que escupen generosidad, las negras que denotan egoísmo y las azules.
¡¿Azules?!, ¿es en serio?
Según el texto que leí, su definición se puede resumir en lo siguiente: «... se encuentran entre las mentiras generosas y las egoístas».
El maldito justo medio.
«Somos animales sociales y la necesidad de pertenencia a un grupo es a veces más fuerte incluso que nuestra propia racionalidad. La crítica a nuestro grupo se convierte en una crítica hacia nosotros mismos y cualquier mentira azul, por más extrema que sea, será mantenida con mayor rotundidad».
Las mentiras son parte de nuestra humanidad, del raciocinio del que nuestra especie se vanagloria y que, poco a poco, nos arrastra hacia un agujero sin fondo.
Nos hace perder la noción de la realidad, de nosotros mismos, del tiempo y llegar al punto de decir:
Ya no recuerdo cómo fue que ocurrió realmente...
Mentir no te llevará a nada bueno, no te hace más astuto, mucho menos te hará dominar al mundo (cosa que, bueno, se ve como una arma excelente para subir esa montaña del éxito y reconocimiento que tanto se anhela); solamente te hará sentir como...
Piensa en algo convincente, vamos...
... ¿Sabes qué?, debo sincerarme contigo.
Toda esta entrada es una mentira.
A fin de cuentas, tú, yo, todos, somos una mentira.
¿Te has puesto a pensar en eso?
Oye...
Mira...
Siente...
Abre los ojos un poco, observa la oscuridad que te rodea y, poco a poco, comienza a llenarla de luz, objetos, personas, lugares y demás.
Llena de vida ese espacio vacío que eres.
Comienza a mentirte,
pero para bien.
Tu bien.
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