jueves, 11 de febrero de 2016

El Sueño de Mabel.

¡Muy buenas las tengas y mejor las pases, criatura terrenal! Espero estés muy bien, mejor que yo a decir verdad. En mi país hace muchísimo frío y, no me quejo, amo este clima; aunque después termine enferma pero me encanta.

Seguramente te preguntarás: Lies, ¿cuál es el significado del título de la publicación?, ¿ya estamos febrero?, ¿por qué la vida no es justa? Y te respondo así: Decidí publicar un pequeño fragmento de un libro que anhelo publicar en algunos años. Por falta de contenido y de temas a tratar (desde el año pasado) son la razón por la cual lo he puesto aquí. (Tomaría en cuenta también todas esas tonterías del «Día de San Valentín» pero ese día consumista jamás han logrado convencerme como lo hace con el resto del mundo). Así que sin más que agregar, paso al escrito. Espero sea de tu agrado.

*Quiero hacer mención especial a mi gran amigo Angel por ayudarme con correcciones y otro montón de cosas, ¡gracias!



El Sueño de Mabel

Extracto del proyecto: Mil y Un Lágrimas.
Etiquetas: Romance, NSFW, dizque "Lime", Drama.
(Mucho drama (?))
Canciones para acompañar la lectura: 1 y 2.





… Al terminar de ver el video que dijo, la invitó a salir de esa pequeña habitación. Fueron a una parte de la casa donde había una gran ventana que daba al exterior del segundo nivel; no era un jardín, era una pared.
—Vamos a tener que subir aquí –dijo él con entusiasmo.
—No me agrada mucho la idea… –retrocedió.
— ¡Por favor, la vista es hermosa desde ahí! Sube, no es nada difícil, si quieres yo puedo ayudar...
—Digas lo que digas –lo interrumpió–, no pienso subir.
—Agh, está bien. Lo que la princesa ordene, se cumple –dijo en tono burlón.

Así que se sentó en el balcón de la ventana junto a ella, sacó su encendedor, encendió un cigarro, inhaló y soltó una bocanada de humo; volteó a verla con el cigarro en la boca y sonrió. Fue una sonrisa muy linda, de pronto ella sintió como un escalofrío recorría su espalda al darse cuenta que muchas cosas de su pasado volvían a su cabeza; que tanto le quiso y amó, que tanto pensaba que le seguía queriendo y pensó en más tonterías parecidas mientras él le hablaba de muchas cosas a las que no les prestó atención, hasta que le interrumpió con una de esas sus miradas fijas que tanto le gustaban.


— ¿Por qué tan distante, Mabie?
—No, por nada, sólo, pienso muchas cosas...
Rió y volvió a fumar, su cigarro se hacía cada vez más pequeño, así que ella se lo arrebató e inhaló de él mientras decía:
—Si no puedo darte un beso, será por medio de uno indirecto.
Él soltó una fuerte carcajada al escuchar tal estupidez.
—You had your chance and didn't do it –sonrió.
¡Maldita sea, tenía que empezar a hablar en inglés!, sabe muy bien que amo que me hablen en otro idioma cuando intentan discutir conmigo. ¡Bastardo! –Pensó.

Pasados unos cuantos minutos más, entraron a la casa de nuevo. Vio la colección de videojuegos que él tenía junto a la ventana pero no se entretuvo mucho ya que volvieron a su habitación. Sí, aún apestaba a tabaco a pesar de que él había puesto un ventilador para hacer que el humo que ella había provocado antes, saliera.
Parecía denotar culpa, casi sin remordimiento alguno... Sí, casi.

Después de otra charla, sentados sobre la cama viendo hacia la pared, comenzaron a hacerse cosquillas. Era un forcejeo entre los dos, nadie se daba por vencido hasta que el otro se rindiera, cosa que jamás ocurrió. Harta de tanto rodeo y tiempo desperdiciado, se colocó sobre él, le haló la cabeza con ambas manos y le besó.
No fue un beso tierno, ni un beso pasional... Fue de aquellos besos en los que sientes que te succionarán el alma hasta que mueras. Lengua, saliva, mordidas y movimientos rápidos acompañados de fuertes suspiros invadían esa habitación que poco a poco se tornaba oscura.



Ella se separó de él con una enorme sonrisa en el rostro mientras decía:
— ¡Me siento viva de nuevo!
— ¿Por qué? –respondió sorprendido.
— Hace tanto tiempo que no sentía esto y…
Y volvió a caer en sus suaves labios. Mientras se besaban, ella pasaba sus manos entre su cabello. Él, pícaro, le tomó de la cintura y le apretaba con fuerza. Así empezó esa tarde que volvió a la videocasetera de sus memorias.

Ella continuó besándolo mientras soltaba fuertes suspiros, bajó su cabeza hacia el cuello y, sí, más besos acompañados de mordidas. Él abría despacio la boca mientras reía suavemente.
—No hagas eso... –continuaba riéndose.
— ¿Por qué?
—Tu ropa me estorba –levantó una ceja, incitándola.
Ella le dirigió la mirada sorprendida, pero no hizo caso y volvió a su boca para callarlo. Entre los besos sonó algo así:
—Te sigo... Diciendo que... Tu ropa... Me estorba... Mucho...
Mabel, de mala gana se separó de él y quedó un poco de saliva entre sus labios. Comenzó, con un pequeño discurso a quitarse la sudadera y la blusa.
—De seguro por esta sudadera no te habías percatado de mi actual cuerpo –dijo mientras señalaba su abdomen–. He bajado aproximadamente veinte libras desde ese suceso…
Él, con el rostro sonrojado no le prestó atención a lo que decía, sólo quería que ella continuara. Ella, sabiendo que no había escuchado nada, se echó a reír.
—A mí también me estorba tu ropa, Robin –dijo de forma seductora mientras le deslizaba el zipper de su sudadera.
No se esperaba la sorpresa que le aguardaba. ¡Éste muchacho lo tenía todo tan preparado!
No portaba camisa, sólo una camiseta… Eso a ella, le fascinaba.
Su cara se tornó roja, sus mejillas se calentaron y sabía que a partir de ahí no habría nada más que hacer. Ella se iba a salir con la suya; así que, sin más, sonrió.


Volvieron a besarse lentamente, con calma y «cariño» que ella supuso que aún se sentía. Entre beso y beso resultaron cambiando de posición, él la movió de forma brusca hacia un lado mientras los dos quedaban frente a frente sobre sus costados. Se sonreían mutuamente y él, con voz jadeante dijo:
—Tu pantalón me estorba.
Ella no dijo nada pero le dirigió una mirada incitante. Él intentó bajarlo una y otra vez sin obtener resultado. Ella se reía sin compasión, ya que tenía un cinturón de tirantes puesto y era obvio que jamás bajaría el pantalón. Así que, para no matar el momento, le remarcó sobre sus tirantes haciéndolos sonar una y otra vez hasta que él captara.
—No lograrás quitarme el pantalón así –continuó riendo.
— ¿Ah sí?
Clic
¡Clic!
—Ahora sí que podré.
Soltaron una gran sonrisa de picardía al mismo tiempo mientras él le bajaba con fuerza su pantalón y se maravillaba al ver la ropa interior blanca que ella portaba. Él comenzó a acariciar las piernas de ella mientras empezaba a colocarse sobre su cuerpo. Ella sintió como se elevaba la temperatura entre ambos cuerpos con cada beso y eso la volvía loca…



— ¡Mabel, Mabel! –gritó alguien desde afuera.
— ¡Deja tu nombre y un mensaje! –gritó de vuelta.
— Déjate de tonterías Karolynn, ¡ábreme ya!

Movió las sábanas y se levantó, con desgano, deseando que ese sueño hubiera durado más tiempo o por lo menos hubiera terminado en algo que a ella le agradara. Tomó su suéter y se lo echó encima, Pimienta seguía durmiendo en el sofá y se acercó a acariciarlo. Alguien del otro lado de la puerta seguía golpeando con insistencia.

— ¿Quién demonios es a estas horas? –masculló–. ¡¿Quién eres y qué es tan urgente para despertarme del mejor sueño de mi vida?! –gritó mientras seguía acariciando a Pimienta.
Un golpe fulminante fue su única respuesta.
— ¡Está bien, ya voy!

Se acercó hasta la puerta y abrió. Era su mejor amiga, Fer; estaba frente a ella con una enorme sonrisa en el rostro. Se le veía emocionada ya que estaba dando pequeños saltos al momento de ver a Mabel.
— ¡Mabie, te tengo grandes noticias! –dijo mientras le tomaba los hombros a Mabel con fuerza.
—Nada puede ser emocionante o grande cuando proviene de ti. Todo lo que dices son completas mentiras…
 — ¡Lo que te diré hoy no son mentiras, acabo de ver a Robin!
Mabel sintió que su pereza salió corriendo por la puerta, abrió más los ojos y esperó a que Fer terminara su relato.
— ¡Me dijo que quiere verte, ¡hoy!, en el restaurante de siempre! No tengo idea a qué hora, pero mencionó que tú sabrías. ¡¡Mabel, Robin quiere volver a verte después de tanto tiempo!!

Fernanda abrazó a Mabel, celebrando que su mejor amiga dejaría de estar deprimida… Pero Mabel no compartía sentimiento; ella estaría con él de nuevo, está claro, pero volvería a compartir espacio con ese alguien que le había hecho trizas el corazón y no sabía cómo sentirse al respecto. Sonrió, para no desilusionar a Fer y la abrazó de vuelta...








Ahora iré a congelarme. Gracias por pasar a leer. ¡Nos leemos a la próxima, cuídate, un abrazo!

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