sábado, 3 de diciembre de 2022

Querido Diario: (12)

Verás... Verás algunas cosas.
Mi gata está dormida sobre mi cuaderno de dibujo semi nuevo, digo «semi», porque se humedeció hace poco y perdió su encanto inicial. Estoy pensando en pintar su tomo y su lomo. ¿Cómo quedaría?
Discutí con mamá de nuevo, como si fuera yo la madre y ella la hija; pero es lo usual. A lo que ya es costumbre. Mi hermana me dio un abrazo.
Escuchaba a un chico de YouTube narrando algo sobre los afamados "Backrooms", hasta que a YouTube se le dio la gana de detener el video para confirmar si lo estaba viendo. Cosa que realmente, no estoy haciendo; porque lo único que quiero, es que el dolor de cabeza se me pase y que YuoTbue deje de molestar con sus confirmaciones.

¿A qué hora comenzó a implementar eso?
¿Se querrá parecer a Ntefilx?
¿Ya lo será?

«La batería se está agotando. Se recomienda que conecte su PC».

Me cansé.
Me cansé igual a como tener que pasar todo el día sentada sin hacer nada más que reposar la cabeza entre mis manos y observar el embeleque en el que me encuentro.
En el que yo misma me estoy metiendo.
O me metí

no sé
.

Y comienza la mejor parte de la composición instrumental de Nessun Dorma.
Maldita sea, esa canción es bellísima
y siempre que la escucho
yo...
Mi cuerpo se estremece,
se hace pequeñito,
un escalofrío recorre mi espalda con una delicadeza incomparable,
mis ojos comienzan a aguarse,
suspiro,
puedo ver el cielo inundado de estrellas,
todas esas tonterías que me acongojan, desaparecen,
creo desprenderme de mi cuerpo,
llego alto.
Y los mejores tres minutos con catorce segundos de este presente

se fueron
.

~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~


Las veo frente a frente, ambas bellas, divinas; con el cabello bien cuidado y una piel envidiable. Vestidas entre ropas elegantes, con detalles de oro, platino y diamantes, cada una muy a su estilo; las coronas que reposan sobre sus cabezas, se adornan de estrellas y polvo de las mismas. Sus miradas penetrantes y apacibles me invitan a acercarme a ellas, sin soltar una sola palabra de sus finos y rojos labios, rojos como la sangre que alguna vez llegó a brotar de esas heridas que me causé sin o con intención, rojos como el vino amargo que alguna vez bebí en honor a la ausencia de mi abuelo, rojos como la camisa que usa mi novio y le luce tan bien.
Se ven tan bien.
Camino despacio, como si fuera la primera vez que voy al colegio. Nerviosa, asustada, no queriendo soltar la mano de mamá mientras ella me veía con los ojos llorosos y me dirigía una sonrisa tierna. Ambas me reciben, me toman de las manos y me las acarician sin esperar un solo segundo. Siento la suavidad de sus dedos en mi piel, algo parecido a tocar los pétalos de una rosa, ¡los pétalos de Perla!, mi bella Perla, mi hibisco adorado. Veo sus uñas, de un tono natural y de un tono oscuro, elegantes ellas pues, elegantes como yo solía hacerlo a menudo con mis uñas.
Se ven tan bien.
Me abrazan con suavidad, con cariño, sé que ambas me quieren y yo a ambas las quiero por igual. Porque es igual de bonito el sol de la mañana al frío de la tierra. De lo que venimos y a lo que volvemos. Me hacen sentir cómoda, como al acariciar el pelaje de mis gatos, como al acostarme en la cama a la 1 AM y seguir conversando con mi novio, como al conducir sobre una avenida libre y en semáforo verde.
Me detengo.
Retrocedo.
Levantan la mirada, indignadas de tal acción. Quieren que tome una decisión lo más pronto posible. Una me ofrece tocar una rosa de nuevo y sé que será agradable; la otra también lo hace y sé que será la misma sensación pero mucho más fuerte y acompañada de otras que jamás he experimentado. Ambas me han visto mil y una veces ir y venir entre las dos. Bailar con una mientras la otra espera mi regreso y así ha sido, desde que me vieron desprenderme de aquella nebulosa variopinta, que estaba escondida en algún rincón del vasto universo.
Confiada, les sonrío.
No me interesa lo que piense cada una o ambas en conjunto... Mi travesura, en esta oportunidad, será bailar con ambas al mismo tiempo. Sin importar lo que pase.
Rodeo sus cinturas con mis manos y las acerco a mí.
En los ojos de una, veo reflejados los abrazos de mis hermanos y mis padres, las risas de mis amigos, los atardeceres de noviembre y diciembre en aquel mirador. En los ojos de la otra, veo reflejados los consejos de mi abuelo, los cigarrillos mentolados de mi tía, la sonrisa de un amigo, la compañía de mi gatito y mi perrito.
Me tientan, me ponen entre la espada y la pared.
Las muy canijas saben muy bien cómo tocar fibras sensibles.
Pero ya tomé mi decisión y aunque ellas no lo quieran, mi travesura ya ha comenzado.
Hemos bailado muchos años sin parar.
Ellas han dado pelea, una muy buena, he de mencionar.
Una me ha dado cosas, personas y, como no suelto a la otra, me las ha quitado.
La otra, celosa, ha hecho todo lo que le ha sido posible con tal de que solamente baile con ella. Enfermedades, operaciones, cosas en el cuerpo que no entiendo y, últimamente, otra enfermedad que ha ido tomando fuerza poco a poco.
Pero a ninguna dejaré ganar.
Porque la única que ganará en esta travesura de bailar entre la vida y la muerte,
seré yo.
Y mi premio será sonreír. Para mí, para los demás.


Pero sobre todo, para mí.
Porque por eso escribo.
Porque por eso dibujo.
               escucho.
               vivo.
               muero.
               siento.

Y así será,
por siempre
.



Pero la vida es frágil y bella, como una mariposa.
Debemos verla aletear y disfrutar de sus colores, mientras podamos.

Y es que, a mí, me dan miedo...
Pero lo intentaré.



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