Ésta vez supongo que... No tengo ni la menor idea de qué hablar en sí.
En parte me frustra, porque tengo esa obsesividad por querer tenerlo todo ordenado. Por otra parte no, porque he me he decidido a hacer las cosas sin martirizarme y a aprender improvisar (más que todo).
Dándote una pequeña introducción, he estado en uno de los períodos más extraños de mi vida. Es decir, no importa qué carajos estoy haciendo, siempre tiene que salir algo nuevo de la nada; que una persona, que una salida, que una tarea, que una canción... Ya nada tiene orden en mí ni en mi vida y eso es... ¿Bueno?
Digo, porque si fuese malo estaría bastante afectada al respecto... ¡Ni siquiera te lo comentaría!, pero no es así realmente, sino que me siento en paz con todo eso. Quizás era esa terca necesidad de sentir que había algo distinto en mi rutina, aquello por lo que tanto supliqué en años anteriores y, ahora que llegó a mí, me está costando procesarlo.
Pero, a pesar de todo y de nada, de las nuevas y viejas rutinas, estoy aparentemente bien.
Estos meses he aprendido a llevar bastante bien la responsabilidad de ser mentora, guía, hermana y madre de una (dos-tres) gran cantidad de niños y adolescentes. Mis trabajos son agotadores, nadie iba a decirme qué era lo que se sentía porque no hay quién (en mi círculo cercano) estuviera experimentándolo también.
Me exprimo el tiempo, la vida, la energía y el alma... Pero son trabajos que me llenan con sus frutos.
Ver una sonrisa, recibir un abrazo, un beso, un «gracias», un regalo, un «la quiero» de todas esas personitas es algo que me llena el corazón por completo.
Es cierto que he sido de mantenerme firme con la idea de no querer dejar descendencia en el mundo (no solo por mis ideas locas y exigentes, sino por ese nivel de responsabilidad que me falta) y, en parte, mis trabajos me están solventando esos conflictos que he tenido con mi instinto.
A fin de cuentas estoy ganando muchísimo más de lo que estoy «invirtiendo», se siente bien, me siento bien.
Porque no solo estoy guiándolos hacia un camino bueno y ayudándolos a alcanzar las metas que tienen, sino que también estoy sanando mi pasado al hacer por alguien más lo que nadie hizo por mí.
La universidad, ah... Huele a que ya voy a tener mi pensum cerrado y al mismo tiempo, huele a que me voy a tardar unos cuatro años más en graduarme.
Amo mi carrera, realmente lo hago y me gusta cómo va todo, como ha ido y me gusta pensar también cómo irá en unos cuantos años.
Hace poco vi un meme de una página de mi universidad en el que narraba cómo dos chicos de primer año pensaban en graduarse a los 23 años si su carrera duraba 5 años y... No sé, me causó demasiada gracia al darme cuenta de que yo también pensaba de esa manera.
5 años, qué gran ridiculez e inocencia la que pensé.
Dentro de 4 años ajustaré una década de estar luchando por mi título y, a como voy y pienso seguir (una maestría que me afloje que la cuerda que tengo al cuello) probablemente me tarde más de la década...
De igual forma me siento orgullosa de mí, sé que puedo con eso y lo voy a conseguir no importando el tiempo que me tarde. No es carrera de caballos pero tampoco de tortugas dice mi mamá.
Y le creo.
O eso creo.
Debo admitir que hay veces en las que no entiendo qué es lo que me pasa.
Sobre todo si se trata de dibujar y/o escribir.
Últimamente no he tenido mucho tiempo para hacer ambas cosas (por mis trabajos y la universidad) pero... Ahora que sí lo tengo, pues... No sé, hasta me siento pésima porque no me sale.
Antes fluía con tanta facilidad como si fuese agua de un manantial...
¿Quizás sea eso de que ya perdí mi razón para hacerlo?
A fin de cuentas estoy ganando muchísimo más de lo que estoy «invirtiendo», se siente bien, me siento bien.
Porque no solo estoy guiándolos hacia un camino bueno y ayudándolos a alcanzar las metas que tienen, sino que también estoy sanando mi pasado al hacer por alguien más lo que nadie hizo por mí.
La universidad, ah... Huele a que ya voy a tener mi pensum cerrado y al mismo tiempo, huele a que me voy a tardar unos cuatro años más en graduarme.
Amo mi carrera, realmente lo hago y me gusta cómo va todo, como ha ido y me gusta pensar también cómo irá en unos cuantos años.
Hace poco vi un meme de una página de mi universidad en el que narraba cómo dos chicos de primer año pensaban en graduarse a los 23 años si su carrera duraba 5 años y... No sé, me causó demasiada gracia al darme cuenta de que yo también pensaba de esa manera.
5 años, qué gran ridiculez e inocencia la que pensé.
Dentro de 4 años ajustaré una década de estar luchando por mi título y, a como voy y pienso seguir (una maestría que me afloje que la cuerda que tengo al cuello) probablemente me tarde más de la década...
De igual forma me siento orgullosa de mí, sé que puedo con eso y lo voy a conseguir no importando el tiempo que me tarde. No es carrera de caballos pero tampoco de tortugas dice mi mamá.
Y le creo.
O eso creo.
Debo admitir que hay veces en las que no entiendo qué es lo que me pasa.
Sobre todo si se trata de dibujar y/o escribir.
Últimamente no he tenido mucho tiempo para hacer ambas cosas (por mis trabajos y la universidad) pero... Ahora que sí lo tengo, pues... No sé, hasta me siento pésima porque no me sale.
Antes fluía con tanta facilidad como si fuese agua de un manantial...
¿Quizás sea eso de que ya perdí mi razón para hacerlo?
aquí es donde se aparecen desfilando todas esas publicaciones que hice el año pasado al respecto.
Todo se fue en plan:
«púf»
Me da muchísima risa hacer conmigo misma el chiste de que estoy en una decadencia maravillosa. Ya no tengo tiempo, ya no tengo inspiración y ahora lo único que hago es hundirme poco a poco entre el fango de mi miseria; miseria que yo construí, que yo disfruto y que tengo conmigo porque me sirve como consuelo en esas noches en las que me siento vacía.
O me sirve como spa, es genial.
...
Por otro lado, he estado pensado (tal vez de más) en eso de que necesito sí o sí el sentir a carne viva una emoción negativa para poder dibujar (aparte de usar música, claro está).
Rayos, en serio quedé muy jodida con el asunto.
Tengo que solventarlo lo más rápido que pueda.
Deséame suerte.
Hace unos días estaba hablando con mi mejor amigo sobre... Todas estas cosas de mi pasado y mi anterior «vida» amorosa (que ha sido más fracaso que vida).
Me di cuenta de que he cambiado muchísimo con el tiempo y me siento orgullosa de mi cambio.
Es decir, antes me lanzaba con los brazos abiertos a recibir todo tipo de amor pero ahora tengo hasta un proceso de selección demasiado meticuloso y, cuando la persona con la que estoy intentando algo no logra llegar al grado mínimo de capacidades que requiero (no sé cómo carajo ponerlo sin que suene muy de selección de personal pero creo que a fin de cuentas sí resulta siendo algo así, jajaja), prácticamente queda descartado.
O sea, desde que empecé a meterme al mundo de las relaciones amorosas, nunca me fijé en el físico y sigo sin hacerlo; porque el físico no se puede cambiar... A menos que seas millonario y puedas pagar todo tipo de cirugías plásticas... También porque es el sello único y «detergente» de cada individuo, es su bendita, hermosa y maravillosa individualidad.
Pero ahora soy una obsesionada con observar cada detalle de la personalidad de mi pretendiente y, si no logra cazar con lo que soy o hace algo que no es de mi agrado, me doy la vuelta y me voy para jamás volver sin explicación alguna.
Mi amigo me preguntó el por qué lo hacía, si antes era capaz de aguantar celos, exigencias, discusiones fuertes, berrinches, cambios hormonales, sube y bajas de amor, frialdad y hasta engaños.
Pensé bien y por unos minutos mi respuesta mientras tomaba soda de la lata (hubiese querido que fuese cerveza o un vaso de whisky).
Por que ya no quiero que me sigan tratando como basura.
Yo sé lo que me merezco, ¡merezco personas que valgan todo!
Quiero que emanen eso que tanto me gusta: seguridad y autoestima.
Pero si nos ponemos a ver las cosas con los pies sobre la tierra...
Ah, creéme que termino demasiado decepcionada de la gente.
Literal ando buscando mi reflejo y solo se aparece en el agua o en un espejo.
Ya no sé qué hacer, qué pensar, qué... Nada.
Probablemente, la mejor relación amorosa que voy a llegar a tener va a ser la que ya tengo conmigo, por que alguien así, tal y como desearía que fuese...
Parece que solo existe entre mis letras.
... El último de mis pretendientes (quién quedó bastante afectado y... Me atrevo a decir que también quedo ardido porque no logró su cometido) me dijo que estaba siendo muy superficial y que, si seguía así, iba a quedarme sola de por vida por ser una basura con los demás.
Quizás sí, el chiquillo tiene razón... Tal vez tiene toda la razón pero, ya estoy en un momento de mi vida en el que no puedo estar soportando inconsistencias e incongruencias de la gente.
Quiero a alguien que me haga sentir que podemos complementarnos perfectamente, porque ya estamos completos.
Pero en éste triste mundo de rotos e incompletos que buscan sus piezas faltantes en alguien más que no las tiene...
Ah... Qué gran ridiculez.
Ya me harté de pensar en tantas tonterías.
Me iré a dormir.
Volveré a buscarte cuando el fantasma de siempre trate de abrazarme otra vez...
Porque parece que, ahora, ya no quiere volver.
O, tal vez, ya se quedó en mí y no me he dado cuenta.
«Escalamos sin usar una cuerda, tratando de lamer el cielo»...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario