«¿Sabes? Soy tan patética que me hace feliz y me gusta mucho el saber que muchas personas sufren, que muchas personas que me han hecho daño también están sufriendo.
Me gusta enterarme que sus vidas poco a poco se vuelven miserables, que el karma les está haciendo sentir lo mismo que me hicieron sentir a mí, me gusta saber que todo se devuelve, me gusta saber que no soy la única que está sufriendo en éste asqueroso y repugnante mundo.
Mi sufrimiento, aunque no lo creas, también me hace feliz, también me gusta. Puede sonar raro o como sea, pero para mí el sufrir es un sentimiento muy extraño y difícil de sentir cuando eres una persona que se mantiene rodeada de amigos, amores o quehaceres.
Adoro perderme en mi sufrimiento, ahogarme entre mis lágrimas, gritarle a la nada, golpear cosas preguntándome sobre el por qué de tantas situaciones, para que al final nadie... Nadie me responda. Es una sensación bonita, hasta me genera escalofríos tan sólo pensarlo.
Muchos me han dicho que soy una masoquista por aferrarme a mi dolor, a los malos recuerdos, a todo lo que me hace daño; pero yo sigo ahí, de terca.
Cuando estoy sola intento no hundirme en mis tristezas, dibujo un poco, escucho música, bailo, hago de todo con tal de no llorar, pero al finalizar de hacer todo lo anterior descrito; no puedo evitar el pensar de nuevo en cada cosa triste de mi vida sin que las lágrimas empiecen a caer.
No te podría explicar de manera detallada todos esos pesares por los cuales sufro, pero hay de todo un poco: mi vida estudiantil, mi familia, mis «quereres», el por qué el mundo debe ser tan cruel conmigo (egoísmo, ¿quién te conoce?), por qué las cosas no salen como yo quiero, por qué tengo que estar sola, mis problemas de relaciones interpersonales, mis problemas mentales y mi odio personal.
Soy tan patética que el sufrir me hace feliz.
Soy tan patética que el ver sufrir a alguien más me hace feliz.