Altos, bajos.
Felicidad, tristeza.
Paz, problemas.
Ruido, silencio.
Bondad, maldad.
...
¿Qué otro montón de antónimos podría decir acerca de la vida? ¡Podría inventar aún más!
La vida es un constante cambio de visiones, de pensamientos, de situaciones... De personas.
Algunos nos vamos, otros nos quedamos.
Constante movimiento.
Somos seres dinámicos, eso nos mantiene vivos.
No encontramos estabilidad quedándonos en el mismo lugar siempre. Podemos aburrirnos, cansarnos y hasta sentirnos mal por repetir una y otra vez esa mentada «rutina» de la que todos hu(ímos)yen.
Un día eres alguien, otro día serás otra persona; la semana, el mes o el año siguiente serás alguien completamente diferente.
Nunca alcanza una vida para conocer una persona, ni siquiera a ti mismo.
Puede que te encariñaras de alguien en el pasado, ahora que lo reencuentras, es totalmente diferente. Es eso, es lo que nos hace interesantes a nosotros, los seres humanos.
Movernos conforme se mueven nuestras vidas, nuestro mundo.
Llegan personas a cambiarnos, a destruirnos y otras a intentar ayudarnos.
... De eso se trata la vida. ¿No?
Cambios, cambios, cambios y más cambios.
Algunos buenos, otros malos.
Tratamos de amoldarnos a todo lo que se nos presenta, hacemos todo lo posible por no cambiar lo que hemos llegado a ser en momentos que se nos son cruciales...
Pero es imposible.
Un corazón roto no se recupera de la noche a la mañana.
Una esperanza no se vuelve a encontrar después de unos meses.
Algo importante no reaparece después de tantos años...
Los humanos somos resilientes, dicen.
Somos capaces de superar situaciones fuertes o traumáticas de una manera increíble.
Sabemos cómo sacarle provecho a esos problemas, aprendemos de esas situaciones contradictorias que tenemos en nuestro día a día...
Caemos pero nos volvemos a levantar.
Muchos hemos deseado no cambiar.
Quedarnos de esa forma que tanto nos ha costado construir.
Ser, lo que siempre, hemos sido...
Tener miedo a los cambios es algo normal, más que todo si te encuentras en tu zona de confort.
Querer quedarnos en el mismo lugar, es como pedir que llueva del suelo hacia el cielo.
Puedes haber sufrido mucho durante tu vida.
Puede que no.
Pero, lo principal de todo esto es...
No permitas que tus heridas,
te transformen en alguien que no eres...
No te conviertas en fuego ni en hielo.
Porque ambos, aunque obvio suene, queman...
«A una estrella le pedía, todas las noches, que fuera mi guía;
una noche dejé de verla, no volvió a mí...
Me perdí.
No continué más con esa búsqueda, porque me había enseñado
de que había llegado al lugar correcto
en el momento menos indicado»
No hay comentarios.:
Publicar un comentario